Ninguna isla es una isla
Por Ronny Jumeau
Ministro para Medio Ambiente y Recursos Naturales, Seychelles.
Nada podría estar más lejos de las aguas tropicales de la mayoría de los pequeños estados insulares en desarrollo (PEID) que las temperaturas bajo cero del permagel ruso. Así pues, ¿por qué preocuparnos por lo que está sucediendo en los extremos helados del planeta, por ejemplo cuando año tras año el Océano Pacífico está reclamando cada vez más terreno de la pequeña isla de tierras bajas de Tuvalu? Tuvalu --apenas 5 metros por encima del nivel del mar-- está tratando de trasladar su población entera de 12.000 habitantes a Australia o Nueva Zelandia, temiendo que los mares en alza a resultado del calentamiento de la Tierra y un aumento en los ciclones causado por el cambio climático acabarán por anegar su tierra natal.
Pues es precisamente porque las “mareas reales” de Tuvalu están amenazando con sumergir las islas, que los PEID debemos hacernos oír más vigorosamente aún con respecto al derretimiento de los hielos a un mundo de distancia en los dos polos de la Tierra.
Al reunirnos en Mauricio los líderes de los PEID --los países más pequeños y más ambientalmente amenazados del mundo--, no debemos limitarnos al previsible coro de quejas de que la comunidad internacional no ha hecho lo suficiente para ayudarnos a superar nuestra vulnerabilidad especial y llevar adelante un desarrollo sostenible. También debemos hablar abiertamente sobre lo que otros países están haciendo --o no están haciendo-- en su propia casa, por así decir, hasta en los helados desechos de las lejanas regiones polares.
En octubre del año pasado estuve en Londres para una presentación a los miembros del Parlamento Británico organizada por el Grupo Consultivo sobre la Protección de los Mares (Advisory Committee on Protection of the Sea - ACOPS), del cual soy uno de los vicepresidentes africanos. Con anterioridad a la presentación participé en una rueda de prensa de ACOPS y PNUMA para anunciar una operación de limpieza de 30 millones de dólares en el Artico ruso. Esta operación liberará a la zona de los desechos tóxicos y otra contaminación causada por décadas de actividades industriales y militares, desde la extracción de minerales hasta el vertimiento de submarinos nucleares.
El proyecto también se ocupará de la liberación de metano en gran escala a la atmósfera a medida que el calentamiento de la Tierra poco a poco va derritiendo el permagel ártico. Tal liberación a su vez acelerará ese mismo cambio climático, que ya está produciéndose al doble del ritmo mundial en el Artico. El metano es el más importante de los gases de efecto invernadero después del dióxido de carbono y contribuye una fracción sumamente importante del calentamiento antropogénico global.
Todos estamos vinculados unos con otros: lo que ocurre en el Artico nos afecta a todos en el ecuadorSe me preguntó en la rueda de prensa qué interés podía tener un Ministro para el Medio Ambiente de un pequeño estado insular tropical en el proyecto ruso. Después de todo, no era posible encontrar opuestos más extremos que la gigante Rusia fría del Océano Artico y la pequeña República de Seychelles en medio del Océano Indico ecuatorial.
No obstante, el documento del proyecto declara que “el rol del Artico en influenciar el clima mundial [es una cuestión] de legítima preocupación para todos los países del mundo [al agregar] una dimensión global a un tópico que, a primera vista, parecería ser un asunto de interés únicamente para los estados árticos.”
Y agrega: “El importante rol desempeñado por el Artico en la circulación oceánica mundial, la biodiversidad global y el control climático del planeta es indiscutible. Es en el Artico y el Antártico donde cualquier cambio mayor en las condiciones... ejercerá efectos directos sobre el clima mundial.”
Un mes antes, nos había llamado la atención en Seychelles el anuncio de que, después de 3.000 años, la barrera de hielo más grande en el Artico se había separado en la costa de Canadá y había drenado al mar un lago de agua dulce de 32 kilómetros de largo. Tampoco hemos olvidado el informe de 2002 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambios Climáticos (GIEC) que había concluido que, dentro de apenas 80 años, el calentamiento mundial podría ocasionar un alza del nivel de los mares del mundo de hasta 1 metro.
A consecuencia de tal alza casi todas las 1.196 islas coralinas de las Maldivas desaparecerían del mapa, convirtiendo en refugiados su población entera de 300.000 habitantes. Maldivas es uno de los vecinos de Seychelles, a apenas dos horas y media de vuelo al noreste de nuestras islas.
Por lo tanto, destaqué en la rueda de prensa que los estados insulares bajos como Seychelles tienen un interés muy grande por cierto en cualquier catástrofe ambiental potencial en el Artico, o en el Antártico. Los hielos y las nieves que se van derritiendo, la liberación de los gases que atrapan calor, y las temperaturas en aumento son todos contribuyentes sustanciales al clima cambiante. Esto resulta en aguas más calientes en alza que están matando nuestros arrecifes de coral en el Caribe y en los Océanos Indico y Pacífico, erosionando nuestras playas y --como en el caso de Tuvalu y las Maldivas-- amenazando borrar países enteros de la faz de la Tierra.
Todos estamos vinculados unos con otros: lo que ocurre en el Artico nos afecta a todos en el ecuador. Expliqué, por ejemplo, que ésta es la razón por la cual Seychelles y otros pequeños estados insulares se encuentran entre las voces más fuertes en solicitar que Rusia firme el Protocolo de Kioto.
Apenas había vuelto a Seychelles cuando los científicos del Instituto Scott de Investigación Polar en la Universidad de Cambridge anunciaron que otra barrera de hielo gigante del tamaño de Escocia, esta vez en el Antártico, estaba derritiéndose rápidamente. Estaba liberando otros 21.000 millones de toneladas de agua a los océanos cada año, lo cual podría contribuir a cambiar la circulación oceánica mundial y las pautas meteorológicas. La advertencia vino un día después de que un reporte del University College de Londres confirmara un 40% de adelgazamiento del casquete glaciar ártico en los últimos 30 años.
Resulta interesante que el Director Ejecutivo del PNUMA Klaus Toepfer dijera en la misma rueda de prensa que el Artico era “el sistema de alarma anticipada para el mundo”. El mismo término también se ha usado para describir los pequeños estados insulares, debido a que, por nuestro pequeño tamaño y especial vulnerabilidad, seremos los primeros en sucumbir a los grandes problemas medioambientales que afligen al mundo hoy día.
En efecto, nuestro mensaje para la comunidad internacional en la reunión Barbados + 10 en Mauricio debe ser la necesidad de hacer más para ayudar a los pequeños estados insulares en desarrollo para poner las cosas en orden “en su casa”. No obstante, también debemos alzar la voz solicitando a otros países a limpiar su propio umbral, desde los casquetes polares del norte hasta los glaciares del sur.
Pero nuestros problemas no deberían preocuparnos tanto, o nuestra mirada ser tan estrecha como para ignorar lo que está ocurriendo en el resto del mundo. Cuando otros países estropean partes de lo que es, después de todo, nuestra propia Madre Tierra, también estropean las nuestras.
Cuando se derriten los casquetes polares, las capas de hielo y las coberturas de nieve, los pequeños estados insulares en desarrollo en el ecuador serán los primeros en hundirse. Como ya está sucediendo en Tuvalu.,........... Es así como "ninguna isla es una isla" .............
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