viernes, 2 de octubre de 2009

INTELIGENCIA ECOLÓGICA E INCERTIDUMBRE

"Inteligencia ecológica", es el título del último libro de Daniel Goleman (autor del famoso best seller sobre la "Inteligencia Emocional"). Sobre este libro comenta con inteligencia y desafio don Marcelo Lasagna en la columna de opinión del Jueves 1º de Octubre en "La Nación". Aunque pueden revisar la columna directamente en La Nación, me permito, citando la fuente, reproducir las reflexiones del articulista por el interés que pueden despertar en quien las lea:

"El último libro de Daniel Goleman, “Inteligencia ecológica”, amasa las ideas que me han entusiasmado en el último tiempo. Principalmente, por qué el patrón de la colaboración es clave en el mundo de las organizaciones y cómo hacer para que éste se convierta en una práctica. El título podría llevar a pensar que se hablará desde una sensibilidad medioambientalista, pero no, no es un libro ecologista, sino que invita a reflexionar sobre el mundo que emerge y el impacto que tiene en cómo nos organizamos y convivimos en estas organizaciones.

El viejo paradigma del managment y la teoría de organización, que podríamos ilustrar con la visión mecanicista de la empresa, no sirve para un mundo mucho más dinámico, incierto y complejo. ¿Qué dice Goleman? Para comprenderlo no basta una sola mente que lo piense. Ésta no es capaz de integrar toda la información que se requiere para hacer inteligible una realidad, se requiere el surgimiento (emergencia) de inteligencia colectiva, como la de los insectos sociales, que sólo es posible por la colaboración. Colaborar viene del latín co-llaborare y denota la actividad de trabajar juntos por un fin común. Esta actividad es tan humana que está en nuestra genética, porque ha sido uno de los patrones que la selección natural ha premiado, en tanto ha permitido sobrevivir y ser más fuertes. En la actualidad el paradigma clásico del managment la ha inhibido.

La inteligencia ecológica permite comprender los sistemas en su complejidad, así como la interacción entre lo natural y los mundos creados por el ser humano. Esta comprensión exige un amplio acervo de conocimientos, tanto que ningún cerebro solo puede almacenar todo. Cada uno necesita de otros ante las complejidades de la inteligencia ecológica. Debemos colaborar. Ésta es la nueva máxima para sobrevivir en tiempos de complejidad e incertidumbre. El nuevo paradigma de ver y pensar la realidad se traslada de una mirada centrada en la materia a una focalizada en la relación. En este marco la colaboración tiene sentido práctico, intenso y clarificador.

Comprender el problema es un paso para la inteligencia ecológica. Un problema mal conceptualizado es un problema mal resuelto. Si los problemas son cada más indeterminados, la inteligencia ecológica invita a generar un sistema de alerta y comprensión de la realidad que siempre sólo conocemos en parte. La colaboración es imperativa. Ésta tiene un sentido: compartir información y conocimiento para entender los desafíos y actuar ante ellos. Mientras más conocimiento se tiene sobre una realidad, en mejor condición se está para enfrentarla. El conocimiento se vuelve un factor clave.

En la práctica la conducta de silos (estancos) prevalece en muchas organizaciones, lo que convierte a cada una de esas islas en realidades desconectadas de los objetivos estratégicos de la organización. Ello es fruto de la falta de una cultura de compartir. El carácter compartido de la inteligencia ecológica es sinérgico con la inteligencia social, lo que da la capacidad de coordinar y armonizar esfuerzos. El arte de trabajar juntos, como equipo de alto rendimiento, combina habilidades como la empatía y la perspectiva, la franqueza y la cooperación para crear vínculos que permitan obtener información de valor añadido como parte de este viaje. La colaboración y el intercambio de información son vitales para amasar los hallazgos ecológicos esenciales y necesarios.

El conocimiento brota mejor en entornos diversos, mientras más creatividad inter-relacional, mayor conocimiento fruto de ella. Cualquier diseño organizacional que opte por la descentralización y las redes de inteligencia distribuida, tendrá más capacidades para comprender los desafíos y reaccionar. La inteligencia colectiva es una propiedad emergente de un sistema social (empresa, Estado, organización, familia, club). La idea de emergencia afirma que el todo es más que la suma de sus partes. También hay que considerar las específicas conexiones e interrelaciones entre las partes (el vínculo importa más que los objetos).

La emergencia está vinculada al fenómeno de la complejidad, porque en estos fenómenos el todo es más que la parte y su comportamiento es poco predecible. Pensar la complejidad es descubrir ambigüedad, interacción y ambivalencia donde antes había simplismo. Para emprender esta hercúlea tarea, necesitamos la inteligencia ecológica que propone Goleman. Lo primero que tendremos que hacer es aprender a desaprender la forma como pensamos.*mlasagna@buengobierno.org".


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