viernes, 5 de junio de 2009

REFLEXIONES EN TORNO AL DÍA MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE

Estrecho de Magallanes, abril 2009

Hoy se celebra el día mundial del medio ambiente. Si uno ve el calendario, hay un sinnúmero de efemérides ambientales a lo largo del año: el día del agua, de la biodiversidad, etc. Y me parece muy bien. Ojalá haya 365 motivos distintos para celebrar otras tantas efemérides ambientales durante todo el año.

Sin embargo el medio ambiente no merece solo celebraciones simbólicas, en las que como hoy, muchos de nosotros realizaremos alguna actividad con nuestros grupos y equipos. Discursos, inauguraciones, actos simbólicos, son cada uno y en su conjunto elementos de permanente concientización, necesarios e invaluables. Sin embargo, transcurrido el día, todo vuelve a la normalidad y cada cual sigue con sus actividades. Quienes trabajamos dedicados a materias ambientales seguimos “on line” con el tema. Otros vuelven a sus otras rutinas, legítimas, de las que se vive y sobrevive.

¿Qué ocurre con nuestras autoridades políticas?, ellos vuelven a la contingencia política, este año energizada por las elecciones de diciembre, electrizantes, por decir lo menos, dada la ajustada contienda, sumada al factor “Enriquez Ominami”. El virus de la Influenza A H1N1, la crisis financiera, la generación de empleos para paliar los efectos de la crisis, la huelga de los profesores, en fin,.. la vida sigue su curso. 

El tema ambiental preocupa cuando se vive en una ciudad espantosamente contaminada como es Santiago. Pero a los "santiaguinos", no a los que viven en lugares más habitables, más cercanos a la naturaleza, más cercanos a la vida.

Y los candidatos presidenciales no tienen una agenda ambiental clara, que se haga cargo, en una visión de conjunto, de que la calidad de vida, el desarrollo sustentable y el bienestar de las personas demanda hoy, en el siglo XXI, una permanente, constante y prioritaria preocupación y “ocupación” por la dirigencia política chilena. Estamos lejos de ello.

Este es un tema de los “especialistas”. "CONAMA resolverá" -pudiera escucharse con frecuencia -, exigiéndosele soluciones mágicas a un nivel de esfuerzo que desde el origen del modelo institucional se entendió –y reguló en la Ley de Bases del Medio Ambiente – debía ser compartido transversalmente por todos los organismos del Estado, lo que nunca ocurrió.

Ni hablar de la “molestia” que causan en muchos sectores las desafiantes, claras y muchas vecesdemagógicas posturas de las ONG ambientalistas, no solo en los industriales, sino que en los políticos. Son “los verdes” que desean desestabilizar el normal proceso de desarrollo.

El cambio climático, y los desastres ambientales que estamos comenzando a vivir a nivel planetario; el consenso entre los científicos y políticos respecto del problema y las negociaciones para ajustar los compromisos de Kyoto, esta vez en Copenhague, debieran ser un índice de que hay algo que debemos ajustar en nuestra percepción de los problemas ambientales. Los duros

 hechos lo demuestran. El Siglo XXI nos puso el desafío. Nuevos paradigmas que no comprendemos cabalmente pero que están anunciándose. Todos debemos “enverdecer” un poco más nuestras mentes y acciones. Cada cual con lo suyo.

En este día me parece importante no solo recordar estos pasivos, sino que mandar energías, saludos y reconocimiento:

A cada ciudadano que piensa y actúa con conciencia ambienta;.

A CONAMA, tan vapuleada en forma inmerecida, en particular cuando sus funcionarios ponen sus mejores esfuerzos para trabajar en los desafíos mencionados – aunque no estén todas las condiciones para ello;

A las ONG ambientalistas que persisten, subsisten y trabajan día a día por concientizar y aportar. Y aquellas más “combativas”, tengan o no razón en sus causas o en sus motivaciones, que sigan jugando un rol necesario, que “despercude” e incomoda a aquellos que carecen de la mas mínima preocupación ambiental;

A los políticos que han visualizado la dimensión ambiental con claridad e incorporan en su quehacer un espacio para “lo ambiental”;

A los empresarios y corporaciones conscientes, que intentan y logran con seriedad y respeto conciliar sus objetivos productivos con el interés colectivo ambiental;

A los colegios y universidades que tienen un nivel de conciencia que los mueve a fortalecer sustancialmente la malla académica con las variables ambientales;

Finalmente a los jóvenes, que están esperanzados en que se les traspasen las responsabilidades societarias con una carga menos pesada en los desafíos ambientales que en dos o tres décadas deberán encarar y resolver.

Desde el Aeropuerto, preparando vuelo a Punta Arenas para estar con mis alumnos compartiendo estas reflexiones, mis saludos,

Sergio Praus

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